martes, 5 de junio de 2012

Porque se ha invisibilizado a la mujer a lo largo de la historia

A lo largo de la historia muchas mujeres han dejado su huella plasmada con descubrimientos en las artes, la ciencia y la filosofía. Muchos de estos logros y descubrimientos han sido opacados por las menciones masculinas o por el simple hecho de la concepción Aristotelica para con la mujer y su lugar en la sociedad.
Según Aristoteles la mujer era un ser cuya función era meramente reproductivo, mientras que el varón era un poseedor, un administrador.                      
Para Aristoteles la virtud de la mujer era el silencio, el cual va muy parejo con la sumisión, y el hombre determino su status quo; al no otorgarle vos a la mujer, a esta se le niega la oportunidad de crear su propio discurso, y por tanto carecer de identidad, y si la mujer no tiene vos, no puede considerársele como ciudadano, de igual forma la mujer no era sujeto de derecho.  
Según Aristoteles la mujer era “Un varón mutilado”. Se decía también que su alma era inferior a la del hombre, como era también la de los esclavos y los animales.

Hablo de Aristoteles y su visión hacia la mujer, porque esta visión errada fue la que relego a un segundo y hasta tercer plano a las mujeres de cargos importantes y de expresar su pensamiento. En muchas ocasiones cuando la mujer trato de sobresalir por sus ideales y pensamientos, esta fue acusada de bruja, de hereje y de indigna.
Muchas mujeres en la historia murieron por sus descubrimientos y a la defensa de sus ideales. 

      

Mary Wollstonecraft

Mary Wollstonecraft fue una escritora y filósofa inglesa que pasó a la historia por su libro titulado “Reivindicación de los derechos de la mujer”, en el cual argumenta que las mujeres no son inferiores por naturaleza, si no que es la falta de medios y el no acceso a una educación apropiada lo que genera esa diferencia. Del mismo modo, fue la primera mujer en sugerir abiertamente que hombres y mujeres debían ser tratados como seres racionales e iguales, estableciendo un único orden social basado en la razón.
Tanto por parte del público en general como de las feministas, la vida de Wollstonecraft ha sido objeto del mismo interés, si no mayor, que sus obras, debido a sus relaciones poco convencionales y a menudo tumultuosas. Tras dos romances malogrados con Henry Fuseli y Gilbert Imlay, Wollstonecraft se casó con el filósofo William Godwin, uno de los precursores del movimiento anarquista; con él tuvo una hija, Mary Shelley, autora de Frankenstein y esposa del conocido poeta romántico Percy Bysshe Shelley. Wollstonecraft murió a la edad de treinta y ocho años debido a complicaciones derivadas del nacimiento de su hija, dejando tras ella varios manuscritos inacabados.
Hoy en día, Wollstonecraft está considerada una de las precursoras de la filosofía feminista. Su temprana defensa de la igualdad y sus ataques al feminismo convencional y a la degradación de la mujer fueron la antesala de la aparición del movimiento feminista. Sus ideas filosóficas y sus conflictos personales han sido considerados como importantes influencias en posteriores obras de feministas.
Wollstonecraft ha tenido lo que Cora Kaplan llama un "curioso" legado: "para ser una autora activista aficionada a muchos géneros, en el último cuarto de siglo la vida de Wollstonecraft se ha seguido mucho más de cerca que sus escritos."[37] Tras el devastador efecto de las Memorias de Godwin, la reputación de Wollstonecraft no gozó de muy buena salud durante un siglo; fue incluso criticada por autores como Maria Edgeworth, que claramente creó a la excéntrica Harriet Freke de Belinda (1801) a la imagen y semejanza de Wollstonecraft. No fue hasta finales del siglo XIX cuando la escritora volvió a ser aplaudida. Con la llegada del movimiento feminista, mujeres con opiniones políticas tan diferentes como Virginia Woolf y Emma Goldman recuperaron la historia de Wollstonecraft y celebraron los "experimentos de su vida", como Woolf los llamó en un famoso ensayo.[38] Muchos, en cualquier caso, continuaron despreciando el estilo de vida de Wollstonecraft.

Así pues, el feminismo de los 60 y 70 trajo de nuevo el éxito a las obras de Wollstonecraft. Su buen momento reflejaba el que también gozaba el movimiento feminista; por ejemplo, a principios de los 70 fueron publicadas seis biografías de Wollstonecraft que presentaban su apasionada vida así como su radicalidad y racionalidad. Wollstonecraft fue vista como una figura paradójica e intrigante que no se adhería a la versión del feminismo de 1970. En los 80 y 90 apareció una imagen diferente de la escritora, que la describía mucho más como una creación de su tiempo; intelectuales como Claudia Johnson, Gary Kelly y Virginia Sapiro mostraron la continuación entre el pensamiento de Wollstonecraft y otras ideas importantes del siglo XVIII, tales como la sensibilidad, la economía y la teoría polític

Boudica

Boudica (Siglo I) Después de la invasión del año 43, Inglaterra pasó a ser territorio del gran Imperio Romano, pero Boudica fue la mujer que consiguió organizar a todas las tribus británicas y vecinas para que se levantaran en contra de la opresión, manteniendo una dura lucha a lo largo entre los años 60 y 61 contra el imperio entonces dirigido por Nerón.
Boudica, también conocida por Boadicea en las fuentes latinas, fue la reina de los icenos, tribu britana que habitaba el actual condado de Nortfolk, al este de Inglaterra. Procedente de la nobleza indígena, su marido fue Prasutagus, rey de los icenos. Tanto Dión Casio como Tácito coinciden en la descripción física y anímica de esta extraordinaria mujer. Según éste último “poseía una inteligencia más grande de la que generalmente tienen las mujeres”. Parece ser que fue una mujer fornida, de estatura muy superior a la media romana, voz dura y mirada enajenada. Vestía con túnicas multicolores ceñidas por un manto y su melena pelirroja le llegaba hasta la cadera. En su cuello resaltaba un grueso torques de oro, símbolo céltico del poder de la oligarquía indígena.
La tierra de los icenos no había sufrido los horrores de la guerra durante la conquista de Britania en el 43 d.C. Esta tribu fue aliada de los romanos y por ello quedó al margen de las represalias y destrucciones que ocasionó dicha invasión en tiempos del emperador Claudio. Pero la ocupación romana acabó por soliviantar las ínfulas independentistas britanas, bien vistas y alimentadas por la facción más dura de la nobleza icena. Varias tribus díscolas vecinas se sublevaron contra la autoridad romana, que actuó con contundencia. El apoyo velado de los icenos a estas tribus no pasó desapercibido para el gobernador Publio Ostorio Escápula, el cual llegó a amenazarlos con el desarme total.
Prasutagus, el rey iceno, era un buen vasallo de Roma. Su reinado fue largo y tranquilo, aunque un importante detalle condicionaría el futuro de su pueblo: No tuvo hijos, sino hijas. Este espinoso asunto sucesorio no suponía un problema para la sociedad indígena, que lo aceptaría de buen grado, pero si que entraba en conflicto con los pactos de clientela suscritos con Roma. El gran error de Prasutagus fue nombrar coheredero de sus hijas al emperador, práctica habitual en aquellos tiempos. Con ello esperaba mantener en su sucesión el equilibrio de poderes que había conseguido en su territorio. Pero la Lex Romana no lo contemplaba así… la única herencia posible que aceptaba era de padres a hijos varones.

Cuando el rey murió el territorio quedó en manos del gobernador de Britania, el cual hizo caso omiso a los pactos previos y actuó en la zona como había sido habitual en el resto de provincias del Imperio. Como si se tratase de tierra conquistada, muchas tierras fueron expropiadas, muchos bienes confiscados y a la arrogante nobleza icena se la trató como si fuesen bárbaros incivilizados. La situación empeoró cuando Boudica, la viuda del rey, no pudo devolver los préstamos que había adquirido su marido con Roma. Según Dión Casio, los publicanos desencadenaron una salvaje operación de expolio para cobrar la deuda, saqueando aldeas y esclavizando a muchos icenos que no podían hacer frente a los desmedidos impuestos imperiales. Tácito destacó dentro de estos sucesos la pésima conducta del procurador Deciano, al parecer instigador de una cruenta acción recaudatoria que acabó con la propia Boudica azotada y sus dos hijas violadas. La reina jamás perdonó semejante ultraje y comenzó a urdir una revuelta a gran escala contra el poder de Roma.
La oportunidad llegó en el año 61. Era por entonces gobernador de Britania un tal Cayo Suetonio Paulino. Recién llegado de Mauritania, partió hacia la isla de Mona (hoy Anglesey) para erradicar la resistencia del último baluarte druídico. Boudica aprovechó la ausencia del gobernador de suelo britano para conspirar con sus nobles y desatar la rebelión. Pronto la revuelta se extendió a sus vecinos trinovantes (el actual condado de Essex)
El primer objetivo de Boudica fue Camulodunum (hoy Colchester), principal ciudad del territorio trinovante y en aquel momento colonia romana. La guarnición de la ciudad pidió ayuda para contener a la horda rebelde. Pero el procurador Deciano envió una triste fuerza de apoyo de doscientos auxiliares que fue incapaz de frenar a los insurgentes. La ciudad fue destruida e incendiada, incluido el templo al culto imperial en el que se refugiaron sus últimos defensores. Todos ellos sin excepción fueron pasados a cuchillo, hombres mujeres y niños.
El único que intentó socorrer a la guarnición de Camulodunum fue Quinto Petillo Cerial, legado de la Legio IX Hispana y futuro gobernador de Britania. Fue atrapado en una emboscada en un bosque próximo a la ciudad y, tras una lucha encarnizada, hubo de abandonar su propósito perdiendo muchos hombres en el intento. Quien huyó de forma miserable fue el avaro Deciano Cato, el cual viendo el cariz que tomaban los acontecimientos y sabiéndose culpable de aquella revuelta por su inagotable codicia, optó por salir de Britania y ocultarse en la Galia Bélgica.
La toma de Camulodunum y la posterior victoria contra las tropas de Petilio Cerial insuflaron fuerzas a los insurgentes, que prosiguieron su avance arrollador hacia Londinium (Londres). Cayo Suetonio, ya libre de la campaña que había emprendido en Gales, encaminó sus tropas hacia allí en cuanto supo las intenciones de Boudica, pero ante la imposibilidad manifiesta de poder defenderla en condiciones optó por retirarse a un lugar más óptimo para combatir y abandonarla a su suerte. De nuevo, la ciudad fue arrasada y sus habitantes masacrados. Y no fue la última, Verulamium (St. Alban) corrió la misma suerte…
Cayo Suetonio fue quien eligió el lugar en el que se enfrentaría a los insurgentes. Esta decisiva batalla sucedió en un lugar indeterminado entre Londinium y Viroconium (Wroxeter) A priori, las fuerzas romanas tenían todas las de perder. Los insurgentes les superaban en número en 5 a 1, pero Suetonio eligió bien el escenario de la batalla. Era una llanura que se extendía frente a un estrecho desfiladero boscoso que no permitía al enemigo envolver sus líneas. Este condicionante topográfico conjuraba la ventaja numérica indígena. Además, las tropas romanas estaban muy bien entrenadas y equipadas, mientras que la masa indígena, formada por levas de niños, hombres y ancianos, era mucho más difícil de liderar y movilizar.
La mañana del combate Suetonio se levantó al alba, avisado por sus tribunos de que el ejército rebelde había formado frente a ellos. Una línea imprecisa formada en media luna se desplegaba ante él, cerrada por detrás por los propios carros de los britanos que servían de cobijo a mujeres y niños expectantes ante una presunta gran victoria. Suetonio, bien formado en las gestas bélicas de Mario y César, vio en aquello la forma de convertir un festín britano en un auténtico infierno. Formó a sus hombres con la clásica doble línea en forma de dientes de sierra.
Según Tácito, que narró estos hechos cincuenta años después de producirse, Boudica les soltó esta arenga a sus tropas:
Nada está a salvo de la arrogancia y del orgullo romano. Desfigurarán lo sagrado y desflorarán a nuestras vírgenes. Ganar la batalla o perecer, tal es mi decisión de mujer: allá los hombres si quieren vivir y ser esclavos
Suetonio hizo lo propio con las suyas:
Ignorad los clamores de estos salvajes. Hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados y no están debidamente equipados. Les hemos vencido antes y cuando vean nuestro hierro y sientan nuestro valor, cederán al momento. Aguantad hombro con hombro. Lanzad los venablos, y luego avanzad: derribadlos con vuestros escudos y acabad con ellos con las espadas. Olvidaos del botín. Tan sólo ganad y lo tendréis todo

Así fue como ocurrió. Suetonio formó a las tropas y esperó acontecimientos. Los britanos, impacientes y desconocedores de las tretas romanas, después de horas de observar la perfecta formación inmóvil enemiga cargaron contra la primera línea. El desfiladero fue acortando la magnitud de la ruidosa carga britana, que se estrelló contra una lluvia de venablos de la primera línea romana. Los pila (plural de pilum) eran un arma demoledora. Una vez clavados dejaban los escudos inservibles, o traspasaban como un alfiler la mantequilla los cuerpos sin armadura de los indígenas. Tras la segunda lluvia de venablos un tapiz de cadáveres y moribundos se extendía frente al desfiladero. Fue el momento de avanzar. A paso firme y gladio en mano, las tropas romanas arrollaron a los britanos, acuchillándolos desde su seguro muro de escudos y empujándolos hacia sus carros con cargas de caballería por los flancos. Se supone que más de cuarenta mil britanos murieron pisoteados tras la desbandada del ejército insurgente al ver el avance implacable de las legiones y cerca de ochenta mil al final de aquella sangrienta jornada en la que no se respetó nada. La propia impedimenta britana hizo de dique y congestionó la huída. Las legiones masacraron a la masa indígena, hombres, mujeres y niños, en uno de los episodios más sangrientos de toda la historia de la Britania romana. Puede que fuese propaganda, pero los historiadores clásicos atribuyen sólo cuatrocientas bajas a las tropas romanas frente a los miles de britanos caídos. Es cosa probable conociendo otras batallas parecidas a ésta como fue la de Lúculo frente a Tigranes donde Roma sólo perdió treinta hombres y Armenia veinte mil.
Según Tácito, Boudica se envenenó antes de caer en manos romanas, aunque según Dión Casio pudo sobrevivir a aquel desastre, aunque enfermó y murió tiempo después. La revuelta de Boudica marca la última gran intentona indígena de liberarse del yugo romano. Salvo dos pequeñas revueltas poco documentadas y alguna algarada picta, la isla se mantendría en paz hasta la llegada de anglos y sajones en el siglo V.
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La mujer hondureña no se puede quedar atras. Hablemos sobre LETICIA DE OYUELA


 LETICIA DE OYUELA (1935-2008)
La destacada escritora e historiadora hondureña Irma Leticia Silva de Oyuela pasó de esta vida en Tegucigalpa el 23 de enero pasado.
Nacido en Tegucigalpa, estudió el derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y luego hizo estudios de historia en España, Italia y México.  Estaba casada con Félix Oyuela, antiguo alcalde de la municipalidad capitalina.  Tuvieron seis hijos.
En los mundos académico y de las letras doña Lety será recordada no solamente por sus 25 libros y muchos artículos y ensayos, sino también por su labor de catedrática y su aporte a iniciativas culturales e intelectuales.
De su impresionante producción historiográfica son muchas las obras que merecen ser mencionadas, constituyendo una selección representativa los siguientes títulos: Historia mínima de Tegucigalpa (1989), Fe, riqueza y poder: antología crítica de documentos para la historia de Honduras (1992), Mujer, familia y sociedad (1993), Un siglo en la hacienda (1994), De santos y pecadores: un aporte para la historia de las mentalidades, 1546-1910
(1999), La sin remedio: mujeres del siglo XX (2001) y más recientemente El naïf en Honduras (2007).

Frida Kahlo


El 17 de septiembre de 1926, sufre un terrible accidente, cuando viajando en un autobús este es colisionado por un tranvía. El resultado fue rotura de la columna vertebral en tres sitios, así como la clavícula, tres costillas, la pierna y el pie derecho. Un tubo le atraviesa la cadera hasta el sexo produciéndole una triple fractura de la pelvis que le impediría tener hijos. Ese accidente la marcaría para toda su vida, habiendo sido su manantial de horrores físicos y en muchos momentos, origen de la tragedia reflejada en su obra artística.
Durante la convalescencia es cuando empieza a pintar sus primeras obras: son retratos oscuros, de formas rígidas y convencionales. Posteriormente ya con Diego Rivera, perfeccionaría su técnica pictórica.
Se reencuentra con Diego Rivera, cuando éste regresa de Rusia en 1927 pintando los frescos de la Secretaría de Educación, le lleva sus primeros cuadros y el pintor muestra interés por la artista y su obra; dos años más tarde se casaron. Ella tenía 22 años y él 43.
Frida y Diego viven en Cuernavaca mientras el artista realizaba el mural del Palacio de Cortés. Posiblemente es en esa época que sufre su primer aborto.
Posteriormente la pareja se marcha a los Estados Unidos, estancia que se inicia en San Francisco y después en Detroit, para finalmente instalarse en Nueva York. Es en esa ciudad que realiza su obra "My dress hanging there", cuadro que preludia la obra contundente llena de símbolos que realizaría posteriormente. La influencia de los exvotos, lo popular, lo religioso y los símbolos mexicanos sellarían su obra.
En 1934 regresan a México y se instalan en el estudio de la calle de Altavista construido por Juan O'Gorman, en San Ángel. Sufre otro aborto y es operada del pie derecho; el proceso de desfiguración de su cuerpo es constante y eso se refleja en las obras que va realizando. Diego Rivera tiene un romance con su hermana, Cristina Kahlo, hecho que la sume en una depresión tremenda. Se separa de Diego y se marcha sola a Nueva York.
Frida regresa a México para continuar con su obra y es en 1937 cuando León Trotsky y su esposa Natalia llegan a México; Frida va sola a recibirlos al Puerto de Tampico. Se instalan en su casa de Coyoacán, conocida como la Casa Azul. Ese año es uno de los más prolíficos de Frida Kahlo, produciendo obras como "Mi nana y yo", "El difunto Dimas", "Mis abuelos, mis padres y yo", así como varios autorretratos. Su problema con la bebida se hace evidente.

1938 es el año en que llega a México André Breton, con una mirada predispuesta a encontrar el surrealismo en este país, y con Frida no es la excepción; inmediatamente la circunscribe como parte de la esencia del movimiento surrealista y le escribe el ensayo "Un listón de seda alrededor de una bomba". Esta etiqueta de surrealista a la obra de Frida Kahlo, es una de las 'equivocaciones' que se han continuado entre el público masivo con respecto a su clasificación y entendimiento, baste citar sus propias palabras: "...pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad".
Es en ese año en que realiza su primera exposición individual en la Julien Levy Gallery en Nueva York. Vive un romance con el fotógrafo Nicholas Muray. Al año siguiente viaja a París para presenciar la exposición "Mexique" que André Breton organiza con obras prehispánicas, exvotos, fotografías de Manuel Álvarez Bravo y 18 cuadros de la propia Frida. Las relaciones con Diego se deterioran cada vez más hasta llegar al divorcio.
En 1940 participa en la Exposición Internacional del Surrealismo en la Galería de Arte Mexicano con sus obras "Las dos Fridas" y "La mesa herida". Su depresión por la ausencia de Diego y su problema con la bebida se hacen muy intensos. Pinta su obra "Autorretrato con pelo cortado", obra que produce en Diego la frase 'mira que si te quise fue por tu pelo...'. El 21 de agosto de ese año, muere León Trotsky en su casa de Coyoacán. Su admiración por Trostky la había llevado a tener un romance con él; el hecho del asesinato la sume aún más en la depresión. Vuelve a viajar a Estados Unidos para recibir tratamiento médico. Expone en San Francisco en la Exhibición Internacional Golden Gate y en Nueva York en la exposición "Veinte Siglos de Arte Mexicano". Hacia finales de 1940 se vuelve a casar con Diego.
Regresan a México en 1941, y pinta varios autorretratos y exhibe en el Boston Institute of Contemporary Arts.
El año de 1942 marca el inicio de su Diario, páginas que contienen diversos apuntes de dibujo, declaraciones de amor a Diego, frases que remarcan su soledad, su cuerpo torturado, su visión del mundo, la tierra y la vida. Participa en la fundación del Seminario de Cultura Mexicana, y expone en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Expone en diversas muestras tanto en México como en Estados Unidos y es nombrada maestra de la Escuela de Pintura y Escultura "La Esmeralda" de la Secretaría de Educación Pública en el año de 1943. En ese mismo período se estrenan las pinturas en la Pulquería La Rosita en Coyoacán, realizadas por sus alumnos de la Esmeralda, conocidos como Los Fridos. En octubre Diego Rivera publica un artículo sobre Frida intitulado "Frida Kahlo y el Arte Mexicano" en el Boletín del Seminario Mexicano de Cultura; este artículo es un recorrido por la historia, la sociedad y el arte de México hasta llegar a Frida, declarando casi al final del ensayo '... para Frida lo tangible es la madre, el centro de todo, la matriz; mar, tempestad, nebulosa, mujer'.
De 1944 a 1949 pinta y participa en diversas exposiciones nacionales e internacionales; igualmente continúa con su diario y escribe el ensayo "Retrato de Diego"; pinta "Diego en mi pensamiento" y "Diego y yo" obras que son emblemáticas de Frida. Recibe en esos años un Premio de la Secretaría de Educación Pública y sus alumnos decoran los muros de los lavaderos públicos de Coyoacán.
En 1950 es internada durante nueve meses en un hospital debido a un infección producto del injerto de hueso que le realizan cuatro años atrás en la columna vertebral. Continúa allí con su cuadro "Mi familia" que deja inconcluso. Al año siguiente pinta su "Autorretrato con el Dr. Juan Farill", varias naturalezas muertas, y el "Retrato de mi padre Wilhelm Kahlo".
En 1953 lleva a cabo su única exposición individual en México en la Galería de Arte Contemporáneo dirigida por Lola Alvarez Bravo. Después de muerta vendrían numerosas más.
Es internada para la amputación de la pierna derecha por gangrena. Expone en el British Art Council.
1954, pinta su cuadro "Sandías con leyenda: Viva la vida". Ingresa al hospital dos veces más y convaleciente de bronconeumonía asiste a una marcha en protesta por el golpe de estado contra Guatemala. Once días después, el 13 de julio de 1954 muere Frida Kahlo en su Casa Azul de Coyoacán.
Frida Kahlo, por el destino, creadora de su propio personaje, sujeto de su propia obra, obra que la coloca como una de las artistas pilares del arte mexicano de todos los tiempos.
Tres años después, muere Diego Rivera. La voluntad de Diego era que sus cenizas permanecieran en la misma urna de las de Frida en su casa de Coyoacán, fue contrariado y sus restos se encuentran en La Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México.

Enlaces de interés - Frida Kahlo
Galería de pinturas de Frida Kahlo
Frida Kahlo: del dolor, genialidad
Frida Kahlo: filosofar y pintar

Artículos de la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana (Olympe de Gouges)


 Olympe de Gouges redactó una adaptación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano cambiando en muchos casos la palabra hombre por mujer, y en otros artículos resaltando el predominio del hombre sobre la mujer.
I - La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
II - El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.
III - El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.
IV - La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.
V - Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
VI - La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
VII - Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
VIII - La Ley sólo debe establecer penas estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
IX - Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.
X - Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI - La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
XII - La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.
XIII - Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
XIV - Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la duración del impuesto.
XV - La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.
XVI - Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción.
XVII - Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.

Juana de Arco


Juana de Arco (6 de enero de 1412 – 30 de mayo de 1431)1 , también conocida como la Doncella de Orléans (o, en francés, la Pucelle), fue una heroína, militar y santa francesa. Su festividad se conmemora el día del aniversario de su muerte, como es tradición en la Iglesia católica, el 30 de mayo.

De acuerdo con los datos recabados en el proceso de Ruan, Juana se hizo llamar siempre «Juana la Doncella». No obstante, como ella misma comentó, «dentro de mi pueblo se me llamaba Jehannette. En Francia, se me llamaba Jehanne desde mi llegada».3
Posteriormente, se le añadiría la palabra «Darc» como apellido, para referirse a ella de forma oficial (la falta de apóstrofo en su versión francesa —d'Arc— se debe a la inexistencia de tal signo en la Edad Media). Arco (arc) proviene del apellido de su padre, Jacques Darc, cuyas raíces familiares estaban posiblemente en dos pueblos, Arc-en-Barrois o Art-sur-Meurthe, pueblos muy cercanos donde se cree que nació «la Pucelle». El nombre, no obstante, varía (Arc, Ars, Ai…) dadas las diferencias en la versión antigua de Art sur Meurthe (donde se reduce la erre).
La denominación de «Jehanne d'Arc» se encuentra en la obra de un poeta de Orléans hacia 1576; «Jehanne» se transcribe hoy en día como «Jeanne».

Tras la muerte sin descendencia de Eduardo el Confesor y el breve reinado del rey Harold II, el trono de Inglaterra fue conquistado en 1.066 (batalla de Hastings) por el francés Guillermo el Conquistador, duque de Normandía. Estos hechos constituyeron el inicio de un secular enfrentamiento entre ambos reinos. Con el tiempo, los reyes de Inglaterra reunieron varios de los mayores ducados de Francia: Aquitania, Poitiu, Bretaña… Eran supuestos vasallos del rey galo que vivían en Londres, y comandaban un imperio rival. De hecho, los vasallos habían pasado a ser más poderosos que su señor.
Los intentos de Francia por recuperar los territorios perdidos precipitaron uno de los más largos y sangrientos conflictos de la historia de la humanidad: la Guerra de los Cien Años, que duró en realidad 116 y produjo millones de muertos y la destrucción de casi toda la Francia Septentrional.
Cerca del estallido de la Guerra de los Cien Años, en 1337 los intereses de unificar las coronas se concretaron a la muerte del rey francés Carlos IV en 1328. Felipe de Valois, francés y sucesor gracias a la Ley Sálica (Carlos IV no había tenido descendencia masculina), se proclamó rey de Francia el 27 de mayo de 1328 (reinó como Felipe VI de Francia). Felipe ya se había convertido en regente tras la muerte de Carlos IV mientras se esperaba el nacimiento del hijo póstumo del rey difunto, que finalmente resultó ser una niña.
Felipe VI reclamó en 1337 el feudo de la Gascuña a Eduardo III (aferrándose a la ley feudal) después de incursiones por el Canal de la Mancha en un intento de restaurar en el trono escocés, al rey David II (aliado francés exiliado a Francia desde junio de 1333), pretextando que no respetaba a su rey. Entonces, el 1 de noviembre Eduardo III responde plantándose en las puertas de París y por medio del obispo de Lincoln declarando que él era el candidato adecuado para ocupar el trono francés.
Inglaterra ganaría importantes batallas como Crécy (1346) y Poitiers (1356), ya con el relevo de Juan II en lugar de Felipe VI, y obtendría la inesperada victoria de Agincourt en 1.415, bajo la competente dirección del rey Enrique V.
Una grave enfermedad del rey francés propició la lucha por el poder entre su primo Juan I de Borgoña o Juan sin Miedo y el hermano de Carlos VI, Luis de Orleans. El 23 de noviembre de 1407, en las calles de París y por orden del borgoñón, se comete el asesinato del armagnac Luis de Orleans. Las dos ramas de la familia real francesa se dividen en dos facciones: los que daban soporte al duque de Borgoña (borgoñones) y los que apoyaban al de Orleans y después a Carlos VII, Delfín de Francia, (que fue desheredado o ilegitimado desde 1420) (armagnacs), ligados a la causa de Orleans a la muerte de Luis. Con el asesinato del armagnac, ambos bandos se enfrentaron en una guerra civil y buscaron el apoyo de los ingleses. Los partidarios del Duque de Orleans, en 1414, vieron rechazada una propuesta por los ingleses que finalmente pactaron con los borgoñones.
A la muerte de Carlos VI en 1422 es coronado rey de Francia el hijo de Enrique V y Catalina de Valois, el infante Enrique VI (por lo tanto, Enrique VI de Inglaterra y I de Francia); en tanto que los armagnacs no dieron su brazo a torcer y se mantuvieron fieles al hijo del rey francés, Carlos VII, quien fue coronado también en 1422 de forma nominal en Berry, a falta de imponerlo como rey de facto, pero destronando al inglés de jure.

«Yo tenía trece años cuando escuché una voz de Dios», declaró Juana en Ruan el jueves 22 de febrero de 1431. Eso fue sobre el mediodía en el jardín de su padre. Añadió que la primera vez que la escuchó notó una gran sensación de miedo. A la pregunta de sus jueces, añadió que esta voz venía del lado de la iglesia y que normalmente era acompañada de una gran claridad, que venía del mismo lado que la voz.
La Iglesia Católica y la inmensidad de fieles, reconoció como verdaderas estas apariciones.
Cuando le preguntaron cómo creía que era aquella voz, ella respondió que le pareció una voz muy noble de tal manera que creyó que era enviada de parte de Dios («y yo creo que esta voz me ha sido enviada de parte de Dios»). Así pues, cuando la escuchó por tercera vez le pareció reconocer a un ángel. Y aunque a veces no la entendía demasiado bien, primero le aconsejó que frecuentara las iglesias y después que tenía que ir a Francia y en este sentido la empezó a presionar. Además esta voz la escuchaba unas dos o tres veces por semana. No mucho después, reveló otro de los mensajes clave que le envió, que sería el que ella levantaría el asedio en que estaba sometida Orleans: «Ella me decía que yo levantaría el asedio de Orleans».

lunes, 4 de junio de 2012

Olympe de Gouges


Olympe de Gouges (Montauban, Francia, 7 de mayo de 1748 - París, 3 de noviembre de 1793) escritora, dramaturga, panfletista y política francesa, autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791). Su obra más conocida, La esclavitud de los negros (L’esclavage des noirs), fue publicada en 1792, pero fue inscrita en el repertorio de la Comédie-Française en 1785 bajo el título de Zamore y Mirza, o el feliz naufragio (Zamore et Mirza, ou l’heureux naufrage). Esta obra atrevida pretendía llamar la atención sobre la condición de los esclavos negros, pero Olympe tuvo que enfrentarse con la desaprobación de los actores de la Comédie Française. Ésta dependía económicamente de la Corte de Versalles donde muchas familias nobles se habían enriquecido con la trata de esclavos. Por otro lado, el comercio con las colonias de ultramar representaba entonces el 50% del comercio exterior del país. Olympe fue encarcelada en la Bastilla por medio de una lettre de cachet, pero fue liberada al poco tiempo gracias a la intervención de sus amigos.


En 1791 escribió su famosa Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que comenzaba con las siguientes palabras:

Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta.

La mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe tener también el de subir a la Tribuna.

El poder se origina del pueblo… Y el pueblo es hombres y mujeres

Fue la primera mujer en pedir igualdad para la mujer.
Ella fue considerada enemiga de la revolución francesa por su crítica a la violencia con que se manejaba la revolución. Se decía que era una amenaza.

Se dirigió a la reina María Antonieta para que protegiera "su sexo", que decía desgraciado, y redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, calcada sobre la Declaración de los Derechos de hombre y del Ciudadano de 1789, en la cual afirmaba la igualdad de los derechos de ambos sexos.

Asimismo realizó planteamientos sobre la supresión del matrimonio y la instauración del divorcio, la idea de un contrato anual renovable firmado entre concubinos y militó por el reconocimiento paterno de los niños nacidos fuera de matrimonio.

Fue también una precursora de la protección de la infancia y a los desfavorecidos, al concebir en grandes líneas, un sistema de protección materno-infantil (creación de maternidades) y recomendar la creación de talleres nacionales para los parados y de hogares para mendigos.

Olympe de Gouges reclamó sin descanso que se la juzgara para poder defenderse de las acusaciones que pesaban sobre ella, y evitar así el expeditivo tribunal revolucionario. Con este fin, compuso dos carteles que logró sacar de su lugar de reclusión y que tuvieron una amplia difusión, "Olympe de Gouges en el Tribunal revolucionario" y "Una patriota perseguida". Fueron sus últimos textos.

El 2 de noviembre de 1793, 48 horas después de que fueran ejecutados sus amigos girondinos, Olympe fue llevada ante el tribunal revolucionario sin poder disponer de abogado. Se defendió con valor e inteligencia en un juicio sumario que la condenó a muerte por haber defendido un estado federado, de acuerdo con los principios girondinos. Fue guillotinada al día siguiente, el 3 de noviembre de 1793. Según la declaración de un inspector de la policía y el periódico Le Journal del editor Perlet, entre otros testimonios, Olympe de Gouges subió al cadalso con valor y dignidad